El trabajo propone la noción de corporalidad como categoría pedagógica para la educación escolar. Dicha categoría resulta de un movimiento de investigación teórica que toma la escuela como expresión de la modernidad, pero también como espacio y tiempo de la educación del cuerpo. Desde ahí la reflexión se dedica a las clases de Educación Física, a algunas de sus tensiones y aporías, predicando una comprensión más amplia de las experiencias corporales que pueda rivalizar con las miradas más conservadoras de los quehaceres corporales. Tal movimiento encuentra también la defensa de la cultura como criterio de delimitación de las prácticas corporales.
El artículo El cuerpo en la educación da qué pensar: perspectivas hacia una educación corporal, se configura a partir de la investigación de corte teórico-documental realizada a las cuatro tradiciones que han marcado el pensamiento de la Educación del Física y que han sido determinantes en la configuración de un discurso sobre el cuerpo enseñado y, por tanto, sobre la subjetividad corporal educable. Con ello se abre un espacio de reflexión sobre la Educación Corporal que permite problematizar lo que ha sido la mirada del cuerpo en la Educación Física, buscando interpelar a aquéllos que consideran que se trata simplemente de educar el cuerpo desde marcos que no logran trascender una concepción de cuerpo fragmentado e intimar en aquéllos trozos disgregados del cuerpo en la Educación Física que solicitan una nueva mirada sobre la corporalidad en la Educación.
Con lo corporal se está presuponiendo un cuerpo que se despoja de las determinaciones esencialistas que recaen en un dualismo de corte cartesiano, al efectuar una diferenciación, de corte esencialista, con frecuencia referida a dos conceptos de cuerpo en oposición: Leib y Kórper, corps objetify corps subjetif, bodyy soma. Precisamente lo que caracteriza nuestra comprensión de lo corporal es que trata de evadir toda definición ortológica y toda reducción objetivante o subjetivante. El hecho de que yo tenga un cuerpo orgánico no significa que yo sea sólo ese cuerpo, sino que yo vivo ese cuerpo como un yo anímico, animado y espiritualizado. No hay nada que podamos decir, sentir, pensar o desear, en lo que no esté implicado nuestro cuerpo y, a su vez, no hay concepción de cuerpo que no esté atravesado por el lenguaje y la cultura y, así pues, lo cultural, social, simbólico y discursivo se materializan 'en' y 'a través' del cuerpo. En esta medida, hablar sobre el cuerpo es hablar corporalmente. Sentir es sentirnos a nosotros mismos, de tal modo que nuestra relación con nosotros mismos, con los otros y con las cosas sólo es posible a través de nuestra corporalidad.
El artículo El cuerpo en la educación da qué pensar: perspectivas hacia una educación corporal, se configura a partir de la investigación de corte teórico-documental realizada a las cuatro tradiciones que han marcado el pensamiento de la Educación del Física y que han sido determinantes en la configuración de un discurso sobre el cuerpo enseñado y, por tanto, sobre la subjetividad corporal educable. Con ello se abre un espacio de reflexión sobre la Educación Corporal que permite problematizar lo que ha sido la mirada del cuerpo en la Educación Física, buscando interpelar a aquéllos que consideran que se trata simplemente de educar el cuerpo desde marcos que no logran trascender una concepción de cuerpo fragmentado e intimar en aquéllos trozos disgregados del cuerpo en la Educación Física que solicitan una nueva mirada sobre la corporalidad en la Educación.
Con lo corporal se está presuponiendo un cuerpo que se despoja de las determinaciones esencialistas que recaen en un dualismo de corte cartesiano, al efectuar una diferenciación, de corte esencialista, con frecuencia referida a dos conceptos de cuerpo en oposición: Leib y Kórper, corps objetify corps subjetif, bodyy soma. Precisamente lo que caracteriza nuestra comprensión de lo corporal es que trata de evadir toda definición ortológica y toda reducción objetivante o subjetivante. El hecho de que yo tenga un cuerpo orgánico no significa que yo sea sólo ese cuerpo, sino que yo vivo ese cuerpo como un yo anímico, animado y espiritualizado. No hay nada que podamos decir, sentir, pensar o desear, en lo que no esté implicado nuestro cuerpo y, a su vez, no hay concepción de cuerpo que no esté atravesado por el lenguaje y la cultura y, así pues, lo cultural, social, simbólico y discursivo se materializan 'en' y 'a través' del cuerpo. En esta medida, hablar sobre el cuerpo es hablar corporalmente. Sentir es sentirnos a nosotros mismos, de tal modo que nuestra relación con nosotros mismos, con los otros y con las cosas sólo es posible a través de nuestra corporalidad.
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