En el presente trabajo se elaboran una serie de hipótesis y aproximaciones conceptuales sobre el cuerpo a partir del estudio de las manifestaciones corporales. La hipótesis principal supone que el cuerpo “es” en sus manifestaciones. La presencia de las manifestaciones corporales es la prueba de la existencia del cuerpo. Es a partir del contacto, los sabores, la actitud postural, la mirada, la escucha, la voz, la mímica facial, los gestos expresivos, las praxias, etc., que el cuerpo cobra existencia.
A diferencia de la vida orgánica el cuerpo es una construcción que no nos es dada, nacemos en procura de la construcción de un cuerpo que ya tiene sus primeras gestas en la vida intrauterina. Cuerpo como “insignia”, pues se constituye en un distintivo que me diferencia de otros cuerpos al mismo tiempo que me identifica con algunos, primero con los cercanos cuerpos de la familia, luego de la colectividad que comparte usos y modos de manifestarse. De esta forma el cuerpo se constituye en una insignia familiar y colectiva.
La profundización de esta temática permitiría observar, analizar, intervenir en un campo de fenómenos naturalizados, así como realizar un trabajo de detención y prevención temprana.
La alteración en la construcción de las manifestaciones corporales funcionaría como un indicador de anomalías en el desarrollo. Nos alertaría sobre algún conflicto localizado en el cuerpo. Estos conceptos podrían ser tenidos en cuenta, dentro de un programa de prevención, como observables privilegiados en la búsqueda de su existencia y estado, partiendo de la idea de que el cuerpo no es un descubrimiento sino una construcción.No existe una sola caracterización del cuerpo, ni una sola forma de construir la corporeidad. Por un lado, porque el cuerpo está en una relación dialéctica con la vida biológica, orgánica, y los recursos socioeconómicos condicionan de manera alarmante la salud física de los niños cuyos padres carecen de un trabajo digno y bienes materiales. Por otro, porque la construcción de la corporeidad, en las ciudades, tiende a empobrecerse. Así sucede con la disponibilidad del uso habilitado de las manos; la construcción de una voz propia que no se defina con la indefinida clasificación de lenguaje neutro; la capacidad de mirar y ser mirado sin mediaciones tecnológicas, que abusan de la visión sin mirada; el exceso reiterado de construcciones actitudinales que ubican el cuerpo en la potencia agresiva que generan los juegos electrónicos de persecución y confrontación; el empobrecimiento de la capacidad de degustar sabores, texturas y consistencias, domesticado por la comida “chatarra” envasada en la cajita feliz, etc., etc.
Un diagnóstico que contemple la caracterización del conjunto de las manifestaciones corporales, puede hacerse a partir de un estudio conceptual y de un entrenamiento específico en la observación, diagnóstico y tratamiento del cuerpo en sus manifestaciones.
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